domingo, 25 de enero de 2015

Glicerina con aceite de oliva

Esta entrada se la dedico a Marta
Hay días en los que sientes un irrefrenable deseo de hacer jabón; bueno, es lo que tienen los vicios...

Admiraba, en el blog de Marta, un precioso jabón de glicerina de suave tono verde, conseguido gracias al aceite de oliva. Nada, nada, yo quiero ese jabón, y lo voy a hacer hoy.

Abro el armario jabonero y ¡porras! no tengo ácido esteárico; coco sí, glicerina, alcohol, agua y azúcar en la cocina,  nada, vamos a la calculadora de saponificación, a ver qué invento.
Coco sí, oliva, claro y ¿qué más? bueno, le puedo poner aceite de maíz, que da buen acondicionado, sin pasarse para que el yodo no se dispare.

Había hecho glicerina hace poco, con la excusa de estrenar un molde:



Pero ya estaba viendo mis bichos en un bonito verde, y sin colorante.

Pués nada, enchufo la olla de cocción lenta, peso mis aceites y los pongo dentro, preparo la lejía, mientras preparo los solventes, el azúcar con el agua, el alcohol y la glicerina líquida.
Como el invento no tenía ácido esteárico, tuve que darle unos meneos con la batidora para trazar el jabón,  que ya tenía un tono verde pálido, convencida de que al añadir los solventes y lograr la transparencia el color sería más bonito. De hecho el jabón tenía más homogeneidad después de poner los solventes que con el ácido esteárico; la transparencia fantástica, y yo, contentísima.

Pués venga, la mitad a un molde grande y el resto, al molde de los bichos. Salí feliz de la cocina, y volvía cada rato a admirar mi jabón, veía perfectamente el fondo del molde grande.

A las tres horas vino mi sorpresa: aquello estaba líquido como el agua, muy transparente, pero líquido; apenas una fina película sólida por arriba, pero si soplaba se movía; sí, la dureza de mi fórmula no era muy alta, pero estaba claro que aquello se quedaba líquido.

El molde grande me preocupaba menos, no tenía aceites esenciales ni nada, ya vería qué hacia con él; pero el molde de los bichos olía que alimentaba. Con una cucharilla, fui pasando el jabón de los moldes a una jarra; le añadí un poco de colorante rojo y lo puse en una botella:



 Lleva mucho alcohol, pero no más que cualquier otro jabón de glicerina, para lavarse las manos servirá, y para decorar el baño, también. Han pasado dos días y sigue líquido, ya tengo jabón nuevo para las manos.

Y dos lecciones aprendidas:
1- No intentes nunca más hacer jabón de glicerina sin ácido esteárico.
2- Tienes una receta para hacer jabón líquido con sosa, y transparente ( habrá que ver hasta dónde se puede reducir la dosis de alcohol).

Quedaba el jabón del molde grande, así que era hora de experimentar. Lo puse en un cazo a calentar, sin miramientos, a fuego directo, a ver si perdía agua y alcohol y espesaba algo, pero ni por esas; en un impulso loco, reuní todos los restos de jabón sólido que pude encontrar y los puse en el cazo; aquello era como una sopa, los trozos de jabón nadando en aquel caldo verde. Al rato  y viendo que no espesaba, le metí la batidora y se trasformó en puré, demasido claro aún para ser ni siquiera un refundido decente.

Preparé una nueva lejía para hacer un coco- oliva, a ver si aquello funcionaba; el puré pesaba  425 gramos, así que con 800 de jabón seguro que salvaba la papeleta. 
Calenté mis aceites con el puré y lo disolví bien con la batidora, añadí la lejía y me dispuse a hacer un jabón en caliente, a ver qué pasaba.
Espesó, gelificó bien en la olla, le añadí medio bote de fragancia de azucenas (lo primero que pillé)  y enmoldé.

En tres horas lo estaba cortando, la pega es que aquello tenía un color marrón bastante soso ( entre otras cosas, contenía todos los recortes de un jabón de café bien cargado); para disimular su sosería, aproveché para estrenar uno de los sellos que he hecho:


Y aquí está,  un jabón de café un tanto singular, no es el más bonito que he hecho, pero, a veces,  es el precio que hay que pagar por querer experimentar cada día.


miércoles, 21 de enero de 2015

Jabón de sal y karité



Jabón de sal del Himalaya y manteca de karité, un lujo para la piel, coloreado con mica, con fragancia de violetas y maderas árabes, una singular combinación que me encanta. Con aceite de oliva, coco, maíz y manteca de karité.

Envuelto con unas fajas florales, no se merece menos:

domingo, 4 de enero de 2015

Cremas ¿prodigiosas?

Hace poco me pidieron una crema contra la celulitis y las estrías..."oye, te pago lo que quieras si funciona".

Bueno, veré qué puedo hacer.
Lo he meditado mucho; verdaderamente, la celulitis no está en la piel, sino bajo la piel, y en cuanto a las estrías....bueeno, yo tengo algunas de recuerdo del nacimiento de mis dos hijos, y a estas alturas ya son viejas amigas. Las estrías son el resultado del rompimiento de las fibras elásticas de la piel (¿habrá algún pegamento que la una?).

Hablando en serio, una crema nutre y protege la piel, pero no puede hacer milagros... aunque algunos anuncios nos lo prometan día a día a través de imágenes con fantásticas modelos y maquillajes perfectos.


Ya pasaron los tiempos de las sustancias exóticas( baba de caracol, veneno de serpiente, partículas de oro.....) y ahora nos anuncian cremas con microdescargas eléctricas (¿?), que producen endorfinas(¡!) o que se infiltran en nuestro adn y producen mutaciones(j....).Si todo eso fuera cierto, estaríamos hablando de medicamentos, no de cosmética.

Las cremas que producen una inflamación en la piel ( y son muchas) no eliminan las arrugas, las esconden tras la inflamación, y si dejas de usarla lo comprobarás. La firmeza de la piel depende de los músculos que la sustentan, no de ninguna crema que nos apliquemos, pero mientras se siga  comprando el humo que nos venden, lo seguirán fabricando.

Copio y pego un párrafo de un artículo que he leído hace poco
Fuente: http://www.eldiario.es/cienciacritica/Ciencia-ficcion_6_339176091.html :

"Un cosmético según la  legislación española es toda sustancia o preparado destinado a ser puesto en contacto con las diversas partes superficiales del cuerpo humano (epidermis, sistema piloso y capilar, uñas, labios y órganos genitales externos) o con los dientes y las mucosas bucales, con el fin exclusivo o principal de limpiarlos, perfumarlos, modificar su aspecto y/o corregir los olores corporales y/o protegerlos o mantenerlos en buen estado. Sin más. Todo lo que pase de ahí debe ser considerado fármaco, y como tal cumplir una severa serie de requisitos.


 ¿Qué tienen en común la mayoría de estos productos? Primero un marketing brillante, anuncios en los que además de mujeres perfectas vemos laboratorios dignos de la NASA y señores con inconfundible uniforme de científicos, un lenguaje ininteligible para quien no haya estudiado biología molecular o similar y un precio estratosférico, tan estratosférico que puede llegar a los 8000 euros el kilo."

Y, por supuesto, cuanto más cara es la crema, más divino es el envase ( realmente, es lo único que les envidio).

De verdad vale la pena cada línea, os recomiendo leerlo entero.

Hace ya muchos años que uso solamente mis modestas cremas, con buenos aceites, aguas florales, un emulgente y un conservante amigable ( al día de hoy, extracto de semilla de pomelo) y creo que con el dineral que me he ahorrado me financio el vicio jabonil a gusto. Suelo añadir extractos de plantas del herbolario o de mi creacción, y estoy contenta con el resultado ( y algunas amigas también).

Quiero terminar con una anécdota. Hará más de 25 años conocí a una anciana vegetariana; estábamos hablando de cremas y admirábamos su piel, arrugada pero a la vez lozana. Nos dijo que apenas usaba cremas, ella las vitaminas se las comía; verdaderamente la naturaleza y las plantas bien cultivadas son el mayor tesoro,  y podemos comprar muchos kilos con lo que cuesta uno de cremas.